viernes, 24 de abril de 2009

Vil condena (el poema).


Arrancarme la carne de una vez por todas
para no sentir pena alguna…
para no tejer el temor de divagar las emociones
por la pesadumbre amarga del crucifijo olvidado.
Desgarrarme las entrañas del fondo espiritual
para nunca más volver a sentir la lujuria
entre el pecado carnal
y el jugar a los dados del todo con la muerte.
Arrojarme la sábana, arrojarla con fervor.
La desesperación incrementa.
Mis sueños de eterna inocencia se desvanecen,
se quebrantan con el susurro del viento,
me arrastran a la sombra del brujo chamán.
Agonizo.
Entierro mi cuerpo en mil tumbas.
Ceguera eterna.
Sentidos incrustados en malformaciones y abortos.
Tintes negros.
Tintes en gris.
La sangre brota por la boca.
Poro, vacío existencial.
Epidermis cuajada.
Vil…
Ruin laberinto que condena:
SADARGAS SARUTIRCSE.

1 comentario:

Marlene Sepúlveda dijo...

Cada vez mejor... y sigo leyendo.