Aroma del fin, árido desierto por confesiones inciertas. Un niño recién nacido ladra con toda su fuerza y ensordece al mismo Lucífer, los vampiros deciden chuparlo, tragan sus entrañas, mastican y saborean con fuerza.
Una sonrisa en los labios decide convertir los trozos en el pan de cada día, el olor a muerto es insoportable, terriblemente insoportable.
¿Nunca has visto a un recién nacido ser degollado en pequeños trozos?, una broma cruel para quien no lo merece, ¿verdad?, ¡pero…! a final de todo, ¿quién pidió venir a este mundo?.
¡Welcome to the planet mother fucker!.
Jugos gástricos revueltos con la comida de medio día, vomitar es la mejor opción; arrojar todo sentimiento por la garganta, que sea el canal adecuado para fatigar los escalofríos del cuerpo. Prodcuto de placeres sombríos, extraños hábitos para borrar la lujuria, la maldición de los vampiros que han fallecido en vida y necesitan alimentar su ego con destrucción.
Deseos extremistas, ¿quién velará por la justicia?, la espalda ha sido descubierta más no descifrada, la subjetividad: arma de dos filos; se presta para acariciarla tal cual un bello pelaje gatuno. ¿El infierno será para los suicidas?.
Laxante en los pulgares, inhabilitadas las reflexiones por patéticos ciegos, la comedia del humor negro es la ecuación perfecta para establecer victoria ante los misógenos que alteran los pulsos de la vida.
Seres nocturnos y los confines.
¡Welcome to the planet mother fucker!
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