Al ángel que con su sonrisa adorna la cabellera
del tiempo.
Carlos Antonio.
I
Figuras de arcilla
en atardeceres oleados.
Ante castillos de arena
las inocentes risas brillan sin cesar.
II
Ante la presencia cálida del sol.
La luz,
penetra los poros de la piel,
pero el juego de esos bellos niños
invaden el alma.
La libertad se respira en cada palabra,
en cada mirada.
III
El cielo es un inmenso techo,
el y la luna, dioses venerados,
y la playa y arena,
el lecho de los sueños.
Todo ello, paisajes inspirados
por la mano de un gran artista,
Dios.
IV
Mil nombres escritos en el suelo
son devorados por el mar.
La tierra bajo su piel dorada,
atesora cada instante.
La brisa purifica los sentidos.
Detrás de las rocas el crepúsculo.
V
Y el mar tan travieso como
Daniel y Antonio, niños que corren
uno tras otro.
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